La taxonomía (del griego ταξις, taxis, "ordenamiento", y νομος, nomos, "norma" o "regla") es, en su sentido más general, la ciencia de la clasificación. Habitualmente, se emplea el término para designar a la taxonomía biológica, la ciencia de ordenar a los organismos en un sistema de clasificación compuesto por una jerarquía de taxones anidados.
La Taxonomía Biológica es una subdisciplina de la Biología Sistemática,
que estudia las relaciones de parentesco entre los organismos y su
historia evolutiva. Actualmente, la Taxonomía actúa después de haberse
resuelto el árbol filogenético de los organismos estudiados, esto es, una vez que están resueltos los clados, o ramas evolutivas, en función de las relaciones de parentesco entre ellos.
En la actualidad existe el consenso en la comunidad científica de que
la clasificación debe ser enteramente consistente con lo que se sabe de
la filogenia de los taxones, ya que solo entonces dará el servicio que se espera de ella al resto de las ramas de la Biología (ver por ejemplo Soltis y Soltis 2003), pero hay escuelas dentro de la Biología Sistemática que definen con
matices diferentes la manera en que la clasificación debe corresponderse
con la filogenia conocida.
Más allá de la escuela que la defina, el fin último de la Taxonomía es organizar al árbol filogenético en un sistema de clasificación. Para ello, la escuela cladística (la que predomina hoy en día) convierte a los clados en taxones. Un taxón es un clado al que fue asignada una categría taxonómica, al que se otorgó un nombre en latín,
del que se hizo una descripción, al que se asoció a un ejemplar "tipo",
y que fue publicado en una revista científica. Cuando se hace todo
esto, el taxón tiene un nombre correcto ("nombre válido" en Zoología). La Nommenclatura
es la subdisciplina que se ocupa de reglamentar estos pasos, y se ocupa
de que se atengan a los principios de nomenclatura. Los sistemas de
clasificación que nacen como resultado, funcionan como contenedores de información por un lado, y como predictores por otro.
Una vez que está terminada la clasificación de un taxón, se extraen los caracteres diagnósticos de cada uno de sus miembros, y sobre esa base se confeccionan claves dicotomáticas de identificación,
las cuales son utilizadas en la tarea de la determinación o
identificación de organismos, que ubica a un organismo desconocido en un
taxón conocido del sistema de clasificación dado. La Determinación
o identificación es además la especialidad, dentro de la taxonomía, que
se ocupa de los principios de elaboración de las claves dicotómicas y
otros instrumentos dirigidos al mismo fin.
Las normas que regulan la creación de los sistemas de clasificación
son en parte convenciones más o menos arbitrarias. Para comprender estas
arbitrariedades (por ejemplo, la nomenclatura binominal de las especies y la uninominal de las categorías superiores a especie,
o también la cantidad de categorías taxonómicas y los nombres de las
mismas) es necesario estudiar la historia de la Taxonomía, que nos ha
dejado como herencia los Códigos Internacionales de Nomenclatura a cuyas reglas técnicas deben atenerse los sistemas de clasificación.
La nueva crisis de biodiversidad, los avances en el análisis del ADN, y la posibilidad de intercambiar información a través de Internet, han dado un enorme impulso a esta ciencia en la década de 2000,
y han generado un debate acerca de la necesidad de hacer reformas
sustanciales a los Códigos, que aún se están discutiendo. Algunos
ejemplos de nuevas propuestas son la "Taxonomía libre de rangos", las
"marcas de ADN" y la publicación por Internet.
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